En una de sus exposiciones en clase más mentadas, el profesor Ángel Torío --uno de los mejores docentes en materia de derecho penal que ha tenido la universidad española-- construyó una afortunada imagen para hablar de la impunidad, describiendo a un derecho penal que era capaz de mirar por el ojo de una cerradura para descubrir al delincuente.
Lo cierto es que en las últimas décadas nuestro código penal, más que vigilar por las cerraduras, ha pasado ya a instalar, directamente, cámaras en todas las habitaciones. La enésima reforma del Código que acaba de aprobar el Senado es una buena muestra de esa "expansión".
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